sábado, 5 de enero de 2019

MI ABUELITA MARIA SOFIA DUMES MUÑOZ

MI ABUELITA MARIA SOFIA DUMES MUÑOZ; NOSOTROS DEBEMOS, Venerar.- Sentir y demostrar gran amor y respeto a una persona por su virtud, dignidad, méritos. Especialmente aquellos que dicen reverenciar; Rendir culto a Dios, a los santos o a las cosas sagradas.




MARIA SOFIA
Mi Abuela, mi abuelita María, quien desde muy pequeñita fue una persona que creció luchando contra la adversidad, trabajadora, ejemplo de madre que se supera a si misma. Inteligente, fuerte a la vez, cabeza de familia, quien guardo y cuido de sus hermanos y de sus propios hijos, no deja ser para mí un gran ejemplo a valorar y a tomar cada día su legado inmaterial, intangible, sus mensajes de FORMACION DE PERSONAS DE BIEN Y DE HONOR… De su psicología, la de sus cuentos, historias mitológicas, FABULAS que eran muchas, pero que ninguno de nosotros memorizamos, espero que con traer a colación los textos de las mismas historias que ella contaba, quizás con otros matices, podamos recordar sus historias.
Los cuentos de mi Infancia.
  1.     ONZA TIGRE Y ELON; 
  2.     CABALLOS:  PATA DE VIENTO, PATA DE PLOMO y RELAMPAGO…
  3.    BLANCA FLOR.
  4.    MARIA SEGUIDILLA ...
entre muchos
Como en la historia, casi todos los autores de obras literarias sobre el Cuentos, el de los Hermanos Grimm, Jakob Grimm y Wilhelm Grimm Alemania, 1785-1863 y 1786-1859. Tras egresar de la Universidad de Marburgo, se dedicaron al estudio de la lengua, tanto desde la investigación como desde la docencia. Su gran interés por los cuentos folclóricos se concretó en la publicación de Cuentos para la infancia y el hogar (1812 y 1815), una recopilación en dos volúmenes de antiguos relatos de tradición oral adaptados para niñas y niños, como Cenicienta, Rapunzel, entre otros. Su obra «Las tres plumas» empieza: «Había una vez un rey que tenía tres hijos ... El rey era ya viejo y estaba enfermo, y, a menudo, pensaba en su fin; no sabía a cuál de sus hijos le dejaría el reino». Para poder decidir, el rey encarga a sus hijos una difícil empresa; el que mejor la realice «será rey cuando yo muera».
Onza, Tigre y León es una versión venezolana de Hansel y Gretel donde no hay casita de chocolate sino una vieja tuerta friendo tajadas y carne. En la versión venezolana aparece un segundo episodio con el motivo del cazador de dragones, cuyo origen más remoto está en la leyenda griega de Perseo.
Los mitos y las leyendas religiosas íntimamente relacionadas, ofrecían un material con el que los niños podían formar sus conceptos sobre el origen y la finalidad del mundo, y sobre los ideales sociales que imitaba para formarse a sí mismo a semejanza de aquéllos. Se trataba, por ejemplo, de la imagen del invencible héroe como Aquiles y del astuto Ulises, de Hércules, etc., cuyas historias muestran que SALIR DE SU TIERRA Y LUCHAR CONTRA REMOLINOS, VIENTOS, OBSTACULOS, ELEMENTOS DE LA VIDA REAL Y DE IMAGINACION O DE LA FANTASIA DE LA MENTE HUMANA, TODA ADVERSIDAD EL TRATAR DE REGRESAR DESDE LEJOS Y SU ESPOSA DESDE SU HOGAR LUCHANDO INCLUSO CONTRA SI MISMA, Y SUS SENTIMIENTOS Y EMOCIONES, O NECESIDADES PERSONALES, no está por debajo de la dignidad del hombre, lo hace más fuerte.

Onza,
Tigre
y León

Onza, tigre y león
Hace mucho tiempo, en un pueblo lejano en medio del bosque, un niño y una niña, que eran hermanos, perdieron a su madre; su padre viudo, desconsolado y triste, era para ellos lo único que les quedaba. Con el tiempo el buen hombre regresó a sus labores cotidianas, pero siempre en la noche se sentía la nostalgia en la casa. Una señora, vecina de los niños, les daba siempre comida, una sopita de pan y miel; los niños atraídos por la dulce mujer, le decían a su padre: Cásate con esa señora, pero el hombre contestaba: ay mijo, hoy les da pan con miel, mañana les dará pan con hiel.
Tanta fue la insistencia de los niños y la soledad del buen hombre, que un día se casó; por un tiempo la mujer trató a los niños tan bien como lo hacía cuando no era parte de la familia, pero un día salió embarazada y al cabo de unos meses dio a luz; la nueva criatura concentró todo el amor de la madrastra de los niños y con el correr de los días comenzó a gritarles y a regañarlos por nada. Los niños entonces comprendieron las palabras de su padre sobre el pan con hiel; por todo lo que comían la mujer se enfurecía y les sacaba en cara todo lo que les daba. Incluso, cuando el nuevo hermanito fue creciendo, la señora hacía sopa y al pequeño daba toda la carne del caldo y las mejores verduras, mientras que a los niños daba sólo el caldo y unas pocas matas de cilantro; asombrosamente estos estaban más y más rozagantes, mientras el suyo era un blandengue que no podía ni levantar una almohada. 
Un día la mujer, aprovechando la ausencia del papá, les dijo a los dos hermanos que salieran al bosque con ella en busca de setas; pero la niñita, desconfiando de la buena voluntad de su madrastra llevó una taparita llena de ceniza, que iba regando por el camino disimuladamente; cuando estuvieron internados bien adentro, la mujer se perdió de ellos y regresó a casa, pero los niños pudieron seguir el camino de regreso, siguiendo la huella de ceniza. Al ver de regreso a los niños, la mujer se encolerizó y preparó un plan para no dejar oportunidad a los niños de adelantársele; así fue, una mañana bien temprano, los levantó de la cama y aún sin mucho tiempo para cambiarse de ropa, los llevó al bosque en busca de setas; esta vez sólo le dio tiempo a la niñita de conseguir unos granos de maíz; pero a medida que iba regándolos, los pájaros iban comiéndolos, cuando la malvada mujer los dejó en la profundidad del bosque no tuvieron cómo regresar.
De pronto, cuando estuvieron en un claro, vieron un humo y corrieron hacia él, pero el humo salía de una casa en la que se podía oler un fuerte olor a piña, y en la ventana una viejita cociendo pan de horno; el niño, que era muy sagaz, dijo: vamos a robarle empanaditas a esa vieja bruja; entonces el niño se acercaba y sin que la ciega bruja lo viera, le cogía una empanadita, a lo que la bruja respondía: ¡Zape gato arúñalo gato, no te comas mi masato! Así ocurrió unas cinco veces; pero a la niñita se le antojó hacer lo mismo que el hermano, pero cuando estuvo cerca de la ventana, soltó una risotada y la viejita pudo verlos. De un aventón les salió al paso y les invitó a comer los mejores manjares y a jugar con muchos juguetes dentro de la casa. 
Los niños al entrar vieron los más ricos dulces y muy buenos juguetes, pero esa noche cuando se fueron a dormir, la vieja bruja los encerró en la habitación y no los dejó salir más, sólo pasaba comida por un rendija y les pedía que mostraran sus manitos, para ver los dedos.
El niño, que era muy astuto, le quitó la cola a un ratón y esto era lo que mostraban cuando les pedía que sacaran el dedito. La vieja que era medio ciega sólo tocaba la cola y decían: aún están flaquitos. 
Pero un día en que la niña estaba arreglando la habitación, accidentalmente botó la cola de ratón, cuando la vieja bruja pidió que mostraran sus dedos, no encontraron la cola y tuvieron que sacar apenas lo que pudieron de dedos. La bruja se emocionó y dijo: ahora que están gorditos, pueden regresar con sus padres, pero primero hagamos un banquete en su honor, váyanme a buscar leña para montarla al fogón. Los niños, mientras estaban en el bosque, oyeron un suave canto que provenía de un riachuelo, cuando fueron tras él, vieron a una mujer muy bella que les dijo: La vieja bruja es una malvada mujer. Quiere echarlos al horno y comérselos doraditos. Cuando el fuego esté encendido, a ella le provocará bailar muy cerca del fuego, como lo hacen las brujas. En ese momento, ustedes cantarán esta canción: ¡Onza, Tigre y León! y añadirán: del fuego vivo me salvé yo. Verán cómo la bruja cae dentro del horno, y de las inmensas llamas aparecerán tres leales y fuertes perros. Ellos serán sus mejores amigos. ¡Onza, Tigre y León! No lo olviden.
Al llegar, hicieron como les dijo la dama del bosque, y tal como prometió, el fuego, salieron tres enormes perros, uno blanco, uno negro y uno bermejo; así escaparon de las artimañas de la bruja y vivieron un tiempo en el bosque. Pero en esa época unos moros acechaban los caminos y al ver a dos niños solos por el bosque quisieron hacerles daño; los gigantes moros, fueron en contra de ellos, pero cuando cantaron: Onza, Tigre y León, del fuego vivo me salvé yo; aparecieron los perros y les dieron enormes mordidas a los moros, que los hicieron huir. Los gigantes no quedaron con esa y al anochecer persiguieron en la oscuridad a los perros y mientras dormían les pusieron motas de algodón en los oídos; cuando amaneció cayeron sobre los niños los moros y estos tuvieron que salir corriendo y treparse a un árbol; desde el que podían lanzar algunas piñas a los atacantes; abajo los moros intentaban cortar a hachazos los árboles, y entonces los niños cantaron: Onza, Tigre y León, arriba del árbol estoy yo; lo hicieron un montón de veces, pero los perros no oyeron nada; por fin, uno de los perros despertó y fue a tomar agua al río, y allí se le deshizo la orejera de algodón, y escuchó el llamado de los niños, fue removió los tapones de sus hermanos y los tres perros fueron a salvar a los niños de manos de los moros.
Los moros muertos de miedo, huyeron de esos caminos y el pueblo quedó a salvo de tal amenaza. Anda que te anda llegaron al pie de una montaña, Se disponían a descansar cuando una inmensa serpiente saliendo sorpresivamente de su caverna, se alzaba sobre su cola disponiéndose a atacar a los niños. -¡Onza, Tigre y León! Los tres animales saltaron sobre la enorme culebra y, a dentelladas, le dieron muerte. Sin perder el valor, el niño abrió la inmensa boca de la serpiente y le cortó la lengua. Todos muy resueltos, continuaron el camino. 
Cuando llegaron al pueblo, todos festejaban a un hombre que había matado a los moros y había librado a la gente de los peligros de una culebra que vivía en el bosque; Era un hombre muy desagradable. Sus carcajadas tenían tanta maldad como la de la bruja. Multitud de invitados los acompañaban y los criados servían el banquete con mucha rapidez. Los niños observaban. Onza, Tigre y León no parecían muy contentos Cuando el bandido comenzó a comer, el niño dijo a sus perros:
– Quítenle esa comida. ¡A ustedes pertenece!
Y así lo hicieron una y muchas veces. Lleno de furia, el bandido le pidió al jefe del pueblo:
– Deseo que mande a dar muerte a ese niño impertinente y a sus perros también.
El jefe del pueblo estaba confundido. Pero el niño, con mucha tranquilidad, solicitó al este permiso para abrir la inmensa boca de la serpiente. Todos vieron, asombrados, que la serpiente no tenía lengua, a la vez que el muchacho le entregaba la lengua que había cortado y guardado cuidadosamente.
Mis perros mataron la serpiente. Y también ahuyentaron los moros de nuestros caminos. Por eso se comen la comida. ¡A ellos pertenece!
El jefe hizo apresar al bandido. Luego de escuchar las peligrosas aventuras vividas por los muchachos, preguntó:
– ¿Qué premio puedo darles por haber salvado al reino?
Y los niños respondieron sin dudar: -Estar con nuestro padre. - Así el jefe ordenó buscar al papá de los niños. Vivieron todos muy felices.


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Mi Abuelita Maria hacia que este cuento termine de otra manera; "que la bruja queria hacer bailar a los niños en una tabla que estaba encima de la PAILA que se encontraba del pozo del infierno, donde habia aceite hirviendo o no se si era brea caliente,  lo hacia para que caigan los niños en esa paila, y luego se los comeria,  pero recuerden que los niños le mostraban a la bruja un huesito de un raton para saber si estaban bien, gordos, o flacos, entonces cuando un momento de olvido los niños botan el huesito de raton y le muestran sus dedos, la bruja se puso contenta y dijo que estaban gorditos.  No se como lo decia mi abuelita, que el momento de poner la bruja a bailar a los niños, los niños le muestran el huesito y le piden a la bruja que ella les enseñe como ejemplo de como bailar  en esa tabla que estaba  encima de la paila, y ella acepta. como estaba ciega la bruja se pone a bailar y se cae en la paila, y le paso lo que ella queria que le pase a los niños, se frie en el aceite caliente, y murio.... y hasta ahi llego la historia los niños se salvaron y la bruja se murio.

 
 BLANCAFLOR

Era un joven que le gustaba mucho juegar a las cartas, y siempre perdía. Y un día se le apareció el demonio y le dijo que qué le pasaba, que siempre perdía cuando juegaba.
Dice:
–Pues yo te daré una baraja para que nunca pierdas; a cualquier carta que le eches, ganarás siempre. Pero al cumplir los cinco años, tienes que irte a entregar al Castillo de Irás y No Volverás.
Iban pasaos cuatro años, y le dice un día a su madre:
–Pues, madre, sabrás que tengo que ir al Castillo de Irás y No Volverás.
–Hijo, pero ¿qué me dices?
Dice:
–Pues, madre, ¿se acuerda cuando tanto perdía juegando a las cartas? Pues se me apareció el demonio, y me dijo que qué me pasaba para que siempre perdiera. Pues yo te daré una baraja, de cualquier carta que le eches ganarás. Y al cumplir los cinco años te tienes que marchar al Castillo de Irás y No Volverás. Y ya van cumplidos cuatro, queda uno de estar en su compañía.
–Pero, ¿qué me dices, hijo? ¿Tú eres bobo o qué te pasa?
–Pues no, madre, no, es que me tengo que marchar, y si no vendrá a buscarme el demonio y será peor.
Faltaban tres días para cumplir los cinco años, y le dijo que le preparara la merienda, que se marchaba. Y le decía su madre que no.
Por fin se la preparó. Se marchó por un camino muy largo, muy largo. Cuando ya llevaba mucho pedazo andao, se encontró con un águila, y le dijo que le hiciera el favor de enseñarle el Castillo de Irás y No Volverás.
Dice:
–Ahí atrás viene otra más vieja que yo, y viene de él.
Claro, después anduvo otro pedazo hasta que por fin la encontró. Y le dice que hiciera el favor de decirle, dónde estaba el Castillo de Irás y No Volverás.
–Pues yo te llevaré a él. Pero ahí abajo hay un caballo muerto. Tienes que bajar a buscar una poca de carne de las ancas, porque hay mucho camino y no podré aguantar sin volver a comer.
Y cada vez que abra el pico me meterás un poquito.
Se puso encima de las alas, y cuando abría el pico le metía un trocito. Hasta que por fin llegaron a una peña y lo bajó y le dice:
–¿Ves un río? Pues en aquel río hay tres mozas bañándose, que son tres hijas del demonio y viven en el Castillo de Irás y No Volverás. Y allí más abajo verás el castillo. Pero vas a estar primero con las hijas y le esconderás la ropa a aquella de arriba que tiene la ropa al pie de aquella peña, que aquélla es santa y hará algo por ti.
Pero no te dejes ver de las otras porque no la pueden ver, que ya saben que es santa.
Bajó al río, a la peña donde tenía la ropa, y se escondió con la ropa él. Salieron del agua las tres hermanas, y al no encontrar la ropa se marcharon las otras y la dejaron sola.
Desque la vio sola, él salió y le dice:
–No te asustes. Toma la ropa y vístete.
Y después estuvo con ella y habló lo que le pasaba.
Dice:
–Pues mi padre es el demonio, y no sé cómo vas a librar de las manos de él. Pero ya haré yo todo lo que pueda por ti, para salvarnos los dos o morir. No digas que has estao conmigo. Yo me marcho primero, y desque haya pasao un rato, vas tú llamando a mi padre.
Se marchó la joven. Cuando había pasao un buen rato, llegó llamando a la puerta del Castillo de Irás y No Volverás, y salió el demonio y le dice:
–Lisardo, ya no esperaba yo que venías tú, e iba a salir yo en busca de ti. Has venido un día de retraso, pero está muy bien. Cena y acuéstate.
A la mañana temprano lo llama, le da de almorzar y lo pone en un balcón y le dice:
–Lisardo, ¿qué ves?
–Un bosque muy espeso.
–Pues en aquel bosque tan espeso, tienes que enramar un saco de arroz, y en el mismo día traérmelo recogido sin faltarle ni un grano.
Cogió el saco al hombro y se marchó al bosque. Al llegar no sabía qué hacer, si enramarlo o dejarlo, porque le parecía imposible volverlo otra vez a recoger.
Estaba allí sin saber qué hacer y llegó Blancaflor y le dice:
–Lisardo, ¿qué te ha mandao hacer mi padre el día de hoy?
–Pues que en este bosque tan espeso, enrame un saco de arroz y se lo lleve a la tarde sin faltarle un grano.
–Pues bien, come la merienda y échate a dormir, y cuando dispiertes ya tendrás el saco de arroz enramao por el bosque y recogido al pie de ti.
Comió la merienda y se echó a dormir. Cuando despertó ya estaba allí recogido el saco de arroz, que él no lo había hecho, había sido la santa.
Cogió el saco y se fue al Castillo Irás y No Volverás con él. Y le dice el demonio que no lo hacía él. Y él le decía que sí.
–Pero, bueno, está muy bien. A cenar y a dormir.
La mañana se levantó, le da de almorzar y le dice que se ponga al balcón, y le dice que qué ve.
–Pues veo un bosque más espeso que el de ayer.
–Pues en aquel bosque tan espeso, lo tienes que roturar, plantarlo de trigo y en la tarde traerme ya pan de él.
Se fue al bosque sin saber qué hacer, y llega Blancaflor y le dice que qué le había mandao hacer su padre en el día aquel.
–Pues que en este bosque tan espeso, tengo que roturarlo, sembrarlo de trigo y a la tarde llevar pan del mismo trigo.
–Pues bien. Come la merienda y échate a dormir, cuando te levantes ya tendrás el pan al pie de ti. Pero a mi padre nunca declares que yo estoy contigo.
Cuando dispertó Lisardo, ya tenía el pan al pie de él. Lo cogió y se marchó al Castillo Irás y No volverás. Y le dice:
–Lisardo, esto no lo has hecho tú.
–Sí, señor. Sí lo he hecho yo.
–Me parece imposible, pero está muy bien; a cenar y a dormir.
En la mañana, cuando despertó, le da de almorzar, lo pone al balcón:
–Lisardo, ¿qué ves?
–Veo un lastral muy fuerte, muy fuerte.
–Pues en aquel lastral tan fuerte, tan fuerte, tienes que deshacerlo en tierra, plantar una viña, y en la tarde traerme una botella de vino.
Le dio un ferro pa picar, una marra y una pala. Y se marchó al lastral. Y al llegar no sabía qué hacer, porque le parecía que Blancaflor ya no iba a volver.
Tardó mucho en ir, pero al fin llegó, y le dice:
–Lisardo, ¿que te ha mandao hacer mi padre en el día de hoy?
Dice:
–Pues que en este lastral tan fuerte, tengo que hacerlo tierra, plantarlo de viña, y a la tarde, llevarle una botella de vino de esta viña.
–Pues bien, come la merienda y échate a dormir. Cuando dispiertes, ya tendrás la botella de vino al pie de ti. Te marchas al castillo y no descubras que yo estuve contigo.
Al despertar ya tenía la botella de vino allí. Lo cogió y se marchó al Castillo de Irás y No Volverás. Y al llegar le decía el demonio:
–Lisardo, esto es imposible que lo hagas tú.
–Pues sí, esto lo hago yo.
Me parece mentira, pero al fin está muy bien. A cenar y a la cama.
A la mañana siguiente lo llama, le da de almorzar y lo pone al balcón, y le dice:
–Lisardo, ¿qué ves?
–Un río muy fuerte, muy fuerte.
–Pues en aquel río tan fuerte, perdió la bisabuela de mi cacarabuela un anillo cuando era pequeña, y quiero que me lo traigas tú a la tarde.
Se marchó al río, llegó y no sabía qué hacer, si entrar a buscar el anillo o no. Se descalzaba y al llegar el agua a sus tobillos se volvía p’atrás, porque le daba miedo de entrar a buscar el anillo, que le parecía que se iba a ahogar.
Al llevar mucho rato llegó Blancaflor, y le dice que qué le había mandao hacer su padre el día de hoy.
Pues que en este río perdió la bisabuela de su cacarabuela un anillo cuando era pequeñita, que quería que a la tarde se lo llevara allí.
–Pues bien. Vas a picarme bien picadita, y me metes en esta botella sin dejarte verter ni una gota de sangre.
–Blancaflor, esto no lo hago yo, porque has sido muy buena pa mí y te voy a dar la muerte.
–Nada, Lisardo, pícame bien picadita, me metes en la botella.
Pues él no quería, pero hasta que al fin lo vino a convencer.
La picó bien picadita, la metió en la botella, la tapó y la tiró río abajo.
Ya era muy tarde y no la veía salir por parte ninguna. Por fin vino a salir un poco más abajo del, con el anillo en la mano y le dice:
–Lisardo, ya tienes aquí el anillo, pero te voy a decir que me has dejao verter una gota de sangre, pero todo se arreglará, gracias a Dios, que ha sido en el dedo mermellique, y no me verá mi padre.
Si no has comido la merienda, cómela y te marcharás al castillo, pero no descubras que estoy yo contigo.
Llegó al castillo y le dio el anillo al demonio. Y le decía que era imposible que él lo hubiera cogido, que todas las cosas que le mandaba hacer las hiciera.
–Pero bueno, está muy bien, a cenar y a la cama.
A la mañana siguiente lo llama, le da de almorzar, lo pone al
balcón y le dice:
–Lisardo, ¿qué ves?
–Pues veo una alameda bastante fuerte.
–Pues en esa alameda me vas a cortar un haz de varas.
Cuando las estaba cortando llega Blancaflor y le dice:
–¿Qué te ha mandao hacer mi padre el día de hoy?
Dice:
–Pues está muy bien, que corte un haz de varas y se lo lleve.
–Pues nada. Te va a mandar hacer más, que yo ya lo sé. Que domes un caballo muy malo, que se convierte el caballo en nosotros mismos. Pues te voy a decir: la cabeza es mi padre, el cuerpo es mi madre, las ancas mis hermanas y yo. Pero yo soy la del lao derecho, no des allí. Darás en la cabeza, que como mi padre venza, lo tienes domao. No descubras que estuve contigo.
Cogió el haz y se fue al Castillo de Irás y No Volverás. Desque llegó con las varas lo mandó otra vez al balcón y le dice:
–Lisardo, ¿qué ves?
–Pues en el corral veo dos caballos y uno es muy malo, bufa mucho.
–Pues ese que tanto bufa, me lo tienes que domar hoy; bájate del balcón y cógelo.
Al irlo a coger bufaba, se tiraba por el alto, tiraba muchas coces y se pensaba de no poderlo coger, pero al fin lo cogió.
Se montó en él, cogió el haz de varas, echó a correr el caballo tirando muchos brincos, y se tiraba por muchas barrancas. Y él venga a darle palos en la cabeza, hasta que por fin lo cansó. Lo dejó como muerto.
Se fue pa casa. Al llegar al castillo, le decía el demonio que parecía mentira que lo hiciera él.
–Pues asómese al balcón y ustez lo verá, está como muerto pallá abajo tirao.
–Lisardo, lo dices tú, pues bien dicho.
Y después le dice:
–¿Qué le pasa a ustez, qu’está todo curao?
–Que me subí al balcón a verte y me caí, me esmorré, pero es poco. Ahora vas a hacer otra cosa, si tú quieres casarte con alguna de mis tres hijas. Las meteré en una habitación y sacarán la mano, cada una pa fuera. Y con la que tú digas te casarás. Pero hay que vendarte los ojos.
Y pudo estar con Blancaflor y le dijo que si la quería a ella, que ella sacaría la mano donde le faltaba el trocito del dedo.
Las metió el demonio en la habitación, le vendó los ojos a Lisardo, y le dijo que eligiera la que quisiera. Y llegó a la que le faltaba el pedacito en el dedo, pero dio otra vuelta, no fuera que no fuera a ser ella. Al llegar a ella otra vez, le dijo que con aquélla. Y contestan las otras dos y su padre, que era con la que querían, porque ya desconfiaban algo. Pero bueno, a celebrar la boda.
En la noche se acostaron y Blancaflor ya sabía lo que iban a hacer. Y le dice Lisardo:
–Vas a escupir en un plato, yo en otro. Pondremos dos pellejos llenos de aire en la cama, y nos marcharemos. La saliva de los platos contestará como que somos nosotros, cuando mis padres nos llamen. Vas a la cuadra: hay dos caballos. Uno es muy gordo y otro es delgao. Pero coge el más delgao, que es el Pensamiento, y el otro es el Viento, pero el Pensamiento camina siempre más que el Viento.
Cogió el Viento y dejó el Pensamiento, porque al verlo tan delgao le parecía que no podía con los dos. Y al llegar allí le dice ella:
–¿Por qué no cogiste el Pensamiento?
–Porque me pensé que no iba a poder con los dos.
–Pero, bien. Vámonos.
Escupieron en el plato y lo puso en la cama. Ellos se fueron.
Al poco rato los llamaba su padre:
–Blancaflor, ¿estás dormida?
–No, señor.
–Lisardo, ¿estás dormido?
–No, señor.
Pasao un rato volvió a llamarlos.
–Blancaflor, ¿estás dormida?
–No, señor, me voy durmiendo.
–Lisardo, ¿estás dormido?
–Ya me voy durmiendo.
Pasó otro rato, volvió a llamarlos:
–Blancaflor, ¿estás dormida?
No contestó.
–Lisardo, ¿estás dormido?
No contestó tampoco; porque contestaba la saliva por ellos y se había terminado. Y le dice la mujer:
–Vete a matarlos.
Y llegó con un cuchillo. Se lo clavó en la barriga –le parecía a él–, pero era en los pellejos.
Al picarlos salía el aire, cerró la puerta y salió corriendo, porque le parecía que era la sangre y podía ahogarse.
Al llegar a la cama decía la mujer que si los había matao bien.
Y él decía que sí, que si no sale de allí corriendo, que iba a ahogarse con tanta sangre.
–Pues anda a ver, no sea que no estén muertos.
–Sí, que los he matao yo bien.
En la mañana al levantarse, fueron de seguida a ver. Se encontraron con los dos platos, con los dos pellejos, y ellos no estaban allí. Y le decía la mujer:
–Si hubieras venido a ver, como yo te decía, los hubieras matao luego. Y ahora pa más burla, nos habrán llevao el Pensamiento y nos habrán dejao el Viento.
Y de seguida fue una hija a ver cuál caballo habían llevao. Y vio que habían dejao el Pensamiento, y habían llevao el Viento.
–Pues estamos bien; pronto los cogeremos, pero los has de matar bien.
Se montó el demonio en el Pensamiento, y se marchó en busca de ellos. Como el Pensamiento siempre camina más que el Viento, pues se los llegó a alcanzar.
Miró Blancaflor patrás, y al ver que ya llegaba su padre al pie de ellos, tiró una peineta y dijo:
–Que mi peineta se vuelva un monte muy espeso, muy espeso, que no pueda pasar por él y se tenga que volver.
Al llegar a casa le decía su mujer:
–¿No los has visto?
–No, no los he visto, he ido muy largo y nada más he visto un bosque muy espeso. No pude pasar por él y me tuve que volver.
–Pues, payaso, allí iban; bien te están engañando. Pero vuélvete a marchar en busca de ellos.
Cogió el caballo y se fue en busca de ellos, pues como el caballo era el Pensamiento, volvió otra vez muy cerca de ellos. Y miró Blancaflor patrás y le dice a Lisardo:
– Allá’trás viene mi padre, voy a tirar el pañuelo. A hacerlo sufrir, como te hizo él sufrir a ti.
Tiró el pañuelo y dice:
–Que mi pañuelo se vuelva un fuerte lastral, para que mi padre no pueda pasar por él, y se tenga que volver.
Al llegar a casa le decía la mujer:
–¿No los has visto?
–No, nada más he visto un lastral muy fuerte.
–Pues haberle picao, que aquellos eran. Coge el caballo y vuélvete a ir en busca de ellos.
Pues ya iba otra vez muy cerca de ellos, cuando miró Blancaflor patrás y dice a Lisardo:
–Mira mi padre. Voy a tirar una liga pa que se vuelva un río, y
no pueda pasar por él.
Al llegar a casa le dice la mujer:
–¿No los has visto?
–No, no los he visto, que llegué a un río muy fuerte y me tuve que volver.
–Bien te están engañando, pues ellos eran. Vuélvete a marchar en busca de ellos hasta que los encuentres.
Miró Blancaflor patrás y ya ve que iba su padre muy cerca d’ellos y le dice:
Lisardo, mira mi padre, que ya nos viene alcanzando otra vez.
Y, ahora, no sé qué tirar, pero todo se arreglará. El caballo se va a volver una huerta, tú un hortelanero, y yo una buena tabla de lechugas. Entre ellas habrá una que sobresalga de todas, y aquella seré yo. A mi padre le gustan mucho y querrá comprar lechugas.
Como cualquiera lo haría debe querer la mejor. La mejor no la vendas, le dices qu’es pa semilla, porque aquella soy yo.
Ya llega el demonio a la güerta y le dice al hortelanero:
–¡Ay, qué lechugas más buenas! ¿Me vende ustez algunas?
–Sí, señor, pa eso las tengo.
–Pues, véndame ésta.
–No, señor, esa no se la vendo, esa es la mejor, y siempre
dejo la mejor pa semilla.
–Pues si no me vendes ésta, no quiero ninguna.
Se fue enfadao pa casa y al llegar al castillo, le decía la mujer:
–¿No los has visto?
–No, no los he visto, pero he visto una güerta con muy buenas lechugas. Había una muy grande que nunca había visto mejor lechuga. Y el hortelano se puso tan tonto que no me la quiso vender. Y yo que gasto pocas bromas de seguida m’enfadé y no le
quise ninguna.
–Pues bien te están engañando, porque todo lo que ves son ellos. Pues coge el caballo y márchate en busca de ellos.
Cuando iba llegando cerca, Blancaflor miró patrás y le dice a Lisardo:
–Mira, mi padre. Ya viene muy cerca otra vez. Pues ahora le vamos a hacer otra faena, que le parecerá peor todavía, y te diré cuál es. Pues el caballo se va a volver una ermita, tú el ermitaño, y yo la imagen. Y cuando te llame o te dé voces, más fuerte tocas a misa y dirás: “Dilín, dilín, a misa tocan, ¿quien quiere venir?”. Y él, como es el demonio se tiene que enfadar, pero tú no dejes de tocar.
Pues ya llega el demonio a la ermita. El ermitaño tocaba a misa. El demonio le daba voces y él decía:
–Dilín, dilín, a misa tocan, ¿quién quiere venir?
Y él s’enfadaba.
El ermitaño lo engañaba y dejaba de tocar un momento, y al volverle a dar voces volvía a tocar:
–Dilín, dilín, a misa tocan ¿quién quiere venir?
Y s’enfadaba.
Y el ermitaño dejó de tocar y el demonio le vuelve a dar voces. Y le dice:
Buen hombre, ¿has visto pasar por aquí un hombre y una mujer?
Dice:
–Sí, señor. Cuando la bisabuela de mi cacarabuela era chiquita, le oí decir que había pasao un hombre y una mujer, y d’entonces pacá no ha vuelto a pasar nadie.
Y él se fue muy enfadao. Al llegar al castillo le decía la mujer:
–¿Los has visto?
–No, no los he visto.
–Pero bien te engañan. Si fuera yo pronto los encontraba.
–Pues anda, vete tú en busca de ellos.
–No, no voy. Pero le echaré una maldición para que no se acuerden uno de otro, y va a ser que al llegar al pueblo, si a él lo besan, que no se vuelva a acordar más de ella.
Blancaflor, como era santa, todo lo sabía. Cuando iban llegando al pueblo le dice:
–Lisardo, voy a buscar un coche pa entrar en el pueblo.
–Pues está bien.
–Pero no dejes que nadie te bese, porque mi madre nos ha maldecido, que si al entrar en el pueblo te dejas besar, que no te acuerdes más de mí.
Lisardo llegó a su casa, y su madre iba a besarlo, y le dice:
–Por favor, madre, no me bese, qu’estoy casao, y si ustez me besa no volveré a acordarme más de mi mujer, por una maldición que nos han echao.
Diciéndole esto a su madre, llegó una vieja por detrás, y lo besó sin que él viera. No se acordó más de su mujer. Y le decía su madre:
–Pero, hijo, vete a buscar a tu mujer.
–Madre, pero ¿qué me dice?, si yo no conozco a nadie por mi
mujer.
–Pues si me has dicho que no te besara, qu’estabas casao y que si te besaba, olvidarás a tu mujer.
–Ustez sueña, ¿qué le pasa?
Y todo se le olvidó.
Blancaflor se fue a vivir muy cerca de él, al ver que tanto tardaba en ir. Y él, le parecía qu’es que lo habían besao, y no se acordaba más de ella. Pues era cierto, pero ella no se daba por sentida.
Como vivía cerca de él, tenían muy buena amistad. Y ella puso una tienda. Decía que era serrana.
Lisardo se echó novia y se iba a casar. Y le decían sus amigos que tendría que invitar la serrana de boda. Y él le decía que sí, que era muy graciosa y le gustaba mucho estar con ella.
Y le dice:    
–Pero antes vamos a ver si dormimos con ella. El primero voy a ir yo.
Y ella le puso muy buena palabra. Cuando se iban a acostar le dice:
–Haz el favor de irme a tirar esa poca de agua, que tengo en la palangana.
Y como era la santa y hacía todo lo que quería, le hizo estar toda la noche tirando el agua de la palangana, y no la pudo tirar, porque se iba otra vez el agua derecha a la palangana. Y así pasó toda la noche.
En la mañana se levanta ella y dice:
–Lisardo, ¿pero todavía tú aquí? Haz el favor, márchate.
¿Qué dirá la gente, ahora?
Se marchó y a sus amigos no le dijo nada de lo que había  pasao.
A la otra noche fue otro, y al irse a acostar le dice:
–Vete a retirarme el puchero del café, que tengo a la lumbre.
Y la serrana le hizo que lo tuviera pegao toda la noche de la mano, y así se pasó la noche.
A la mañana, cuando se levantó la serrana le dice:
–¿Todavía tú aquí? Haz el favor de marcharte, ¿qué dirá la
gente?
Pero él no dijo nada. A la noche siguiente fue el otro amigo y le mandó cerrar la puerta. Y toda la noche estuvo con la puerta en la mano sin poderla cerrar.
A la mañana se levantó Blancaflor y le dijo que hiciera el favor de marcharse de allí.
Se juntaron los tres amigos y dice Lisardo a sus amigos:
–¿Qué tal habéis pasao la noche con la serrana?
–Bastante bien. Cuéntanos tú el primero.
–Pues a mí, toda la noche me tuvo tirando agua de una
palangana.
Le contesta el segundo:
–Pues yo, toda la noche con el puchero del café en el mano.
Y dice el otro:
–Pues yo, toda la noche cerrando la puerta.
Ya llega el día que se casaba Lisardo, y le dice a la serrana que fuera de boda.
Al terminar de comer empezaron a contar cuentos, y cosas que a ellos le hubiese pasao. Y le decían a la serrana que ella que era tan graciosa, tendría muchas cosas que contar, que le contara algo.
Y ella le dice que no, que no le contaba nada, pero que tenía dos muñecos en casa que todo lo contarían por ella.
–Pues vete a buscarlos.
Fue a buscarlos. Los puso en la mesa donde estaban comiendo, y le decía la muñeca, o sea Blancaflor, al muñeco, que él hablaba como Lisardo:
–¿Te acuerdas, Lisardo, cuando perdías juegando a las cartas, y te estuviste con el demonio y te dijo que qué te pasaba que siempre perdías. Que si querías marcharte con él al Castillo de Irás y No Volverás, que te daba una baraja que siempre ganarías con ella, y al cumplir cinco años, te tenías que ir al Castillo de Irás y No Volverás?
–No, no recuerdo nada.         
–¿Te acuerdas cuando mi padre te ponía al balcón, y te mandaba hacer muchas cosas que era imposible, y todas te las hacía yo?
–No, no recuerdo de nada.
–Lisardo, pues me parece mentira, ¡tantas cosas como yo
hice! ¿Tampoco te acuerdas de que tú fuistes casao con otra mujer?
–Sí, sí me voy recordando.
Entonces decía Lisardo:
–Esto lo hablan dos muñecos, pero esto me ha pasao a mí.
Y le dice a los qu’estaban en la mesa:
–Hoy me he casao con esta mujer, pero mi mujer es la serrana, ¿con cuál os parece que me tendré que marchar? Pues ya  hace bastante que con ésta me casé, aunque hoy me he casao con ésta.
Y contestan todos a una voz:
–Debes marcharte con la primera, que lo primero es lo que vale.
Y se acabó.
Narrado por Manuela Martín Cuadrado (21 años), Vilvestre (Salamanca).
Recogido por Luis Cortés Vázquez en 1957 y publicado en Cuentos populares salmantinos, Salamanca: Cervantes, 1979, II, nº 115, págs. 70-83.

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"NUESTROS ABUELOS ... SE SENTABAN CON SUS NIETOS, NOSOTROS, A CONTARNOS SUS LEYENDAS. POR ESO ES MI LUCHA.
NO SOMOS TORPES, NO SOMOS BRUTOS... PARA DEFENDER LA CULTURA TENEMOS QUE IDENTIFICARNOS Y DEFINIR NUESTRA IDENTIDAD".
Naci, creci y vivo, en Salitre, naci y sigo siendo Montubio.
Declaro ser Montubio.
Mi lucha es defender nuestros origenes, nuestra identidad, la de donde nacimos, crecimos y vivimos.
Jamas me averguenzo de ser Montubio.
MI ABUELITA NOS DIO AMOR, NOS ENSEÑO A AMAR, POR ESO DEFENDEMOS LO QUE SOMOS, Y SOMOS MONTUBIOS DE SALITRE.¡CARAJO!.

RECUERDOS QUE ME SALTAN A LA VISTA
En mi mente, surge cada vez que se menciona al montubio, una serie de recuerdos, mi memoria trae a la vista cuando llegaba ya el mes de OCTUBRE, ..."el dia de la raza", asi se lo denominaba, como sea, esto era la celebracion de la fiesta montubia, el 12 de octubre,  pero cuales son los recuerdos que me saltan a la vista, son los recuerdos que tengo de pequeño, cuando el sector de LA PITAYA, en el predio del mismo nombre, en la casa de mi bisabuelita FELICIANA DE LA CRUZ MUÑOZ ALVARADO, de mi abuelita MARIA SOFIA DUMES MUÑOZ, se reunian ellas con mis tios, a conversar, a planificar su trabajo, etc. ese cuadro familiar, JAMAS SE BORRA DE MI MEMORIA, en ese marco de ambiente familiar, todo era dialogo, buen trato, trato amable, productivo porque se hablaba de trabajo, de temas de interes para todos. ERA LA COSTUMBRE, ERA LA TRADICION, ERA LA ESCUELA DE CASA, DONDE TODOS PARTICIPABAN. Luego, era mano a la obra, a los trabajos de desmontes, asi le llamaban a los sembrios de arroz, maiz, etc., tambien al tema del ganado, de pastereo, como tambien andar a caballo, porque el vehiculo principal era el caballo, la canoa, la balasa, como no recordar al aprendizaje de todas esas actividades, el realizar cada una de esas actividades, andar a caballo, para todos lados, amanzar caballos, vaquear, etc., cosas comos se hacen en la campiña y es natural de cada sitio de cada persona de nace en el campo, estoy hablando de 40 años atras. Yo tengo 51, mi padre 75, mis abuelos 100 años, por ejemplo. Como olvidar las reuniones vespertinas, nocturnas, con mis abuelitas, mis tios abuelos cuando se reunian, porque cuando ellos conversaban de todo, sin el televisor encendido, porque no habia televisor en esa casa, ni en la mia, solo habia un radio transmisor, a pesar de esto NO SE HABIA ACABADO LA TRADICION ORAL, aun se mantenia en la familia, en cada nucleo familiar, todo era conversado, vamos a contar el cuento, de ONZA TIGRE Y LEON, por ejemplo, aunque nunca amprendi de memoria todas historias que nos contaba mi abuelita Maria. Pero esos bellos recuerdos de como eran las cosas no me abandonan todavia, porque los vivi, y seguen en mi, me desarrolle en medio de ese entorno montubio, porque cuando por los dias del 12 de octubre de cada año llegaban desde YURIMA, JIGUAL, EL PAPAYO, LA COMPOÑA, etc., de todos lado a nuestra casa, FAMILIARES Y AMIGOS, decenas de ellos montados en sus caballos, bien aderezados, y los dejaban amarrados en las cercas de los corrales de nuestra posesion, QUE LINDOS RECUERDOS QUE AUN ESTAN VIVOS EN MI MEMORIA, ESAS ESCENAS DE ESAS HISTORIAS JAMAS DE MI MENTE SE BORRARAN. y luego cuando yo iba creciendo tambien quise protagonizar lo que hace un mobtubio, aprender a andar a caballo, vaquear, amanzar caballos, correr compitiendo a CABALLO, que deleite verdad. Quien no ha querido andar a caballo. LO IMPORTANTE ES QUE NO ES SOLO UN RECUERDO que se encuentra alojado en la mamoria, soy parte de esa memoria, porque naci, creci, vivi, vivo, lo llevo en mi sangre, en mi memoria, como nativo del campo. EH ALLI LA DIFERENCIA DE LOS QUE ESCRIBEN PORQUE INVESTIGAN Y LOS QUE NACEMOS SIENDO TALES.

Como olvidar la vaqueria, la sacada de la leche y tomar espuma de la leche en mate, todas las mañanas, espuma del valde de la leche calientita.

Como no recordar la huerta de cacao, los arboles gigantes de ceibo, en media huerta, mi casa, la mata de caña gadua, hasta las matas de mate que habia la lado de mi casa.

TODO EL AMBIENTE ERA CULTIVANDO EL DIALOGO, TODO ERA DIALOGO, Y POR ESO SE DESTACA LA FIGURA DEL ABUELO, LA ABUELA, EL PADRE Y LA MADRE COMO SERES VENERADOS.

Todos tenemos memoria de los que nos supieron enseñar nuestros primeros maestros y enseñadores, nuestros padres, todo como desenvolverse en nuestro medio, como realizar las tareas de campo, como preocuparse por el estudio, y por obedecer las reglas de comportamiento.

Recuerdo los viajes en canoa a yurima a VISISTAR A MI TIA ROSITA DUMES Y ASUS HIJOS (AS), a la bocana por palo seco A DEJAR LA CARGA QUE LLEVARIA MI ABUELITO GENARO A GUAYAQUIL EN LANCHA, a los sauces a donde el PRIMO LAUTARO VERA, a llevar el arroz a la piladora, cuando ibamos a caballo en verano a relizar las mismas actividades.

Son muchos, son varios y distintos los recuerdos.
HISTORIAS REALES; Cuentos, leyendas y fabulas.

GENARO DUMES MUÑOZ

MI TIO ABUELO; MI ABUELITO GENARO DUMES MUÑOZ

MI TIO BOLIVAR RUIZ DUMES

UN GRAN MONTUBIO DE LOS MAS ALTOS RESPRESENTANTES DEL CANTON SALITRE.
TIBURCIO PEÑAFIEL JIMENEZ, dialogando sobre el primer rodeo montubio del canton Salitre y su participacion directa en todos y cados uno de estos eventos a nivel cantonal, provincial e interprovincial.- Un Montubio de cepa, culto e inteligente.

viernes, 23 de noviembre de 2018

EL AUTENTICO, INDOMITO E INDOBLEGABLE MONTUBIO SALITREÑO

EL AUTENTICO MONTUBIO SALITREÑO
Muchos escriben sobre el y no todos saben como es, este es, y para poder saber ¿como es?, tienes que ser montubio, vivir con el y vivir como montubio, saber como es su vida cotidiana, etc. Muy pocos han logrado saber como es en realidad un montubio autentico. Fijense en la imagen, su figura, su contextura, su piel, su forma de pararse, su forma de usar la vestimenta, sus reuniones, etc. Este montubio Salitreño es el que tiene su propio imaginario, sus propias ideas inamobibles, en lo politico al que no le pueden inyectar agentes patogenos externos (agentes infecciosos hongos, bacterias, virus, nemátodos) y no infecciosos (deficiencias nutricionales, toxicidades, exceso o escasez de agua, contaminantes ambientales, acidez o alcalinidad del suelo) son similares, ojala me entiendan lo que quiero decir, el que no se deja conquistar de nadie.

indómito, indómita, adjetivo

1[animal] Que no puede ser domado o es muy difícil de domar.
sinónimos: indomable
2 Que es difícil de someter, guiar o controlar.
"indómita voluntad; espíritu indómito; la fuerza indómita de una tempestad; desde muy joven sintió un extraño e indómito deseo de escribir"
sinónimos: bravío, indomable+


indoblegable, adjetivo
[persona, conducta] Que es muy difícil o imposible de doblegar o cambiar.

jueves, 8 de marzo de 2018

CULTURA PREHISPANICA DE SALITRE, SECTOR TINTAL - CORREDOR - JUNQUILLAL

Tarea pendiente por parte de las autoridades y servidores publicos COMPETENTES del GADMS, tema que debera ser desarrollado de modo cientifico por los  ESPECIALISTAS BAJO LA PRUEBA DEL CARBONO CATORCE. 
Quedo eternamente agradecido con la familia que por prevencion me reservo sus apellidos, de TINTAL, de este sector de nuestro canton Salitre, que me hizo este PRECIADO regalo que jamas podre pagarles con dinero, esto se le debemos agradecer los que apreciamos nuestra cultura, los montubios salitreños y los que no son montubios, todos.